El vuelo del pájaro azul
Autorx: Luciano Mete
Por un lado, mármol, oro, plata, monedas; monstruos, gigantes, fantasmas, pozos; gatos, murciélagos, leones, gaviotas, orugas; pianos, ocarinas, arpas; jarrones, cementerios, aljibes; flores, musgo, raíces y sangre. Por el otro, tachas, mash-ups, aviones estrellados; cigarrillos, relojes-calculadora, piña colada; autos, teléfonos, fotos; spleen, swing, sambayón; rascacielos, basureros; piletas vacías, Lee Ranaldo, bípers; tortas en la heladera, té helado, escopetas.
Los dos universos son coherentes en sí mismos: el primero es un tipo de poesía; el segundo, otro tipo. Juntos, cada uno marca lo fuera de lugar que está el otro, como en este verso donde confluyen: "Hasta que mi sangre pasó de la leche a la piña colada". Lo enrarecido y la narración vaporosa tienen que ver con esta tensión, pero no sólo: las enseñanzas son profundas y al mismo tiempo frívolas y callejeras; la niña es vieja por dentro, la joven es anciana en el espejo.
Tal vez la clave esté en los últimos versos: "No debería dormirme pero ya cierro los ojos / Porque todo lo que compone se descompone / Y ahora entro a un hueco profundo en la oscuridad: // Un agujero en el tiempo por donde mira / Un conejo". En el umbral entre el sueño y la vigilia la coherencia se define en sus propios términos imprecisos, pero los términos imprecisos son términos precisos oponiéndose entre sí, lo que es como decir: la imprecisión es producto de las precisiones. ¿Y la precisión de las imprecisiones? Probablemente también. Pablo Katchadjian
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